barranquero


barranquero

Volar y llegar a encontrar en la cotidianidad esos elementos que te permitan hacerlo es un ejercicio único e indescriptible. Cuando hace menos de un año decidí dejar la ciudad y buscar en el campo las razones para continuar mi vida no era consciente ni entendía la plenitud de lo que estaba realizando. El cambio fue diametral y sanador de las heridas que deja la gran ciudad. El cambio del tiempo permite volar, amar los detalles no observados, detallar la brisa matutina o los vientos de la borrasca, el escenario trae nuevas sensaciones con los elementos y entre ellos el volar. Estar en ese espacio me trajo el diario musical de las guacharacas y su pésima interpretación vallenata, el colorido y el cuidado de la cría de los barranqueros, quienes habían encontrado a pocos metros de mi casa el lugar adecuado para su hijo y cuidado de la cría. Estos elementos ya habían pagado el hecho de huir de la ciudad.
A partir de acá el juego se convierte en el elemento determinante, el frío en un buen motor para la concentración  y la experimentación artística en la multiplicidad de técnicas y formas expresivas.  Volar dejó de ser un sueño para convertirse en un hecho cotidiano cargado de sutilezas y encuentros frecuentes.
 
Esta obra, a nivel conceptual busca llamar la atención sobre las decisiones que puede tomar una persona sobre un ecosistema destruirlo ante la mirada impávida de la comunidad y la falta de castigos ejemplares ante este tipo de decisiones arbitrarias. Por eso se usa la imagen (firma) del Dios varón Suacha recientemente vandalizada y parece que perdida para siempre.
 
Josué Carantón Sánchez
Chiquinquirá, 1965

Título: Barranquero
Técnica: linóleo sobre papel vegetal
Dimensiones: 21 x 29 cms
Año: 2024

Título: Guacharaca
Técnica: linóleo sobre papel vegetal
Dimensiones: 21 x 29 cms
Año: 2024

Título: Pato zambullida
Técnica:  linóleo sobre papel vegetal
Dimensiones: 21 x 14.5 cms
Año: 2024